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miércoles, 27 de febrero de 2008

ALMARIO Y EL PROBLEMA DE LA VERDAD

El congresista Luis Fernando Almario, mientras era conducido al búnker de la fiscalía para rendir indagatoria por una veintena de funcionarios acorbatados y ante la borrasca de preguntas capciosas de los periodistas que cubrían la noticia, pronunció el versículo que suscitaron las líneas de este artículo: "la verdad os hará libres". Poco interesa que haya salido impoluto del proceso ocho mil, como por un desconcertante artilugio sofístico lo hizo Samper y los demás miembros de esa nefenda campaña electoral: aún hoy día nos preguntamos cómo en la casa de uno le pueden meter un elefante por la puerta principal sin darse cuenta. Lo curioso de este caso es la invocación bíblica que el congresista hace, acosado por los venablos maliciosos de los periodistas, a la cuestión de la verdad, cuestión tan ambigua y dispersa como el proceso que debe encarar. Es válida la lectura que se hace de esa especie de apelación: Almario espera ser absuelto por la verdad tan adorada por los santos, tan buscada por los filósofos y tan lejana del resto de los mortales.
Y es que por eso tuvieron que inventar la justicia y todo el aparataje burocrático de jueces y magistrados que la sustenta: para esclarecer la verdad, para acercarse a ella, acercarse lo más posible a algo que apenas atinan a señalar, lo cual no garantiza que en todos los casos -o. por lo menos en la mayoría- lo logren. Puede que no haya tirado el gatillo, aunque de alguna forma fue el determinador de ello: en ese de alguna forma está la ambiguedad de la verdad que espera que lo exonere y el laborioso alegato de la fiscalía que lo acusa. Ambos platillos de la balanza están en equilibrio inestable: depende de unos y otros poner las pesas a su favor y a esa diferencia es lo que los códigos y los estatutos llaman verdad. Como se ve, la verdad no todas las veces va de la mano de la justicia, y viceversa. Lo lamentable es la adulteración de la balanza, que la verdad -hablando en términos de abogacía- sea susceptible de ser manipulada. Y tal manipulación es dable gracias a que nadie puede detentarla sin caer en dogmatismos y en todo momento necesita el auxilio de peritos en Derecho para ser presentada. Si la cuestión fuera de la verdad sola, como debería ser; si se redujera todo alegato a su sentencia, entonces el andamiaje judicial se derrumbaría y Calígula, en la prodigiosa obra de teatro de Albert Camus, tendría razón: "todos somos culpables". Pero no es así. Nos vemos sujetos a guardar pedazos de verdad, esquirlas de un espejo roto hace muchos siglos, cuando el hombre comenzó a dudar. Y, para verla, necesitamos a los abogados, las cortes y los magistrados, ya hartamente atiborrados de expedientes que reclaman una parte del Estado de Derecho. Necesitamos, en suma , el aparato.
Por eso el representante Almario debe dormir en paz consigo mismo, así sea abrigado por los muros gises de los calabozos. En el momento en que dejó su caso en las manos de la justicia ordinaria (porque renunció a su investidura para ser juzgado como un ciudadano cualquiera) simultáneamente se abandonó al abstruso mecanismo de prebendas, concesiones e incentivos de la jurisprudencia colombiana, a la cual lo único que le importa es descongestionar las cárceles. Al implorar a la verdad para lograr su liberación, aunque no su inocencia, es pensable que, si las cosas se le salen de las manos, podrá negociar su condena y reducirla de años a unos cuantos meses. Eso, si sale culpable. Pero si es inocente (¿en qué momento se infiltró ese concepto? ¿En qué momento lo escribí?...) el asesinato de los Turbay Cote, ocurrido en el Caquetá en diciembre de dos mil uno, será uno de los tantos que caigan en la impunidad esperando a que alguna treta de abogacía logre incriminar a alguien lo bastante ingenuo que crea que la justicia imparte justicia...

1 comentario:

Anónimo dijo...

buena pelerito usted es una chimba seguir sus ideales es una berraquera eso si no se olvide de sus amigos mis comentarios siempre seran buenos yo no lo puedo criticar marica pero seguro que los que no lo conocen si siempre adelante y hace rato no escuchamos norteña que pasaaaaa doña maria